miércoles, 8 de octubre de 2008

poemas de poe

* LeoNoRa...
¡El vaso se hizo trizas! Desapareció su esencia¡Se fue, se fue! ¡Se fue, se fue!Doblad, doblad campanas, con ecos plañideros,Que un alma inmaculada de Estigia en los linderosFlotar se ve.
Y tú, Guy de Vere, ¿qué hiciste de tus lágrimas?¡Ah, déjalas correr!Mira, el angosto féretro encierra a tu Leonora;Oye los cantos fúnebres que entona el fraile;ahora ven a su lado, ven.Antífonas salmodien a la que un noble cetroFue digna de regir;Un ronco De Profundis a la que yace inerte,Que con morirIndignos, los que amábais en ella solamenteLas formas de mujerPues su altivez nativa os imponía tanto,Dejasteis que muriera, cuando el fatal quebrantoSe posó sobre su sien.
¿Quién abre los rituales? ¿Quién va a cantar el Réquiem?Quiero saberlo, ¿quien?¿Vosotros, miserables de lengua ponzoñosaY ojos de basilisco? ¡Matásteis a la hermosa,Que tan hermosa fue!.
¿Peccavimus cantasteis? Cantasteis en mala hora,El Sabbath entonad;Que su solemne acento suba al excelso tronoComo un sollozo amargo que no suscite enconoEn la que duerme en paz.
Ella, la hermosa, la gentil Leonora,Emprendió el vuelo en su primera aurora;Ella, tu novia, en soledad profunda¡Huérfano te dejó!.
Ella, la gracia misma ahora reposaEn rígida quietud; en sus cabellosHay vida aún; mas en sus ojos bellos¡No hay vida, no, no, no!.
¡Atrás! Mi corazón late deprisaY en alegre compás. ¡Atrás! No quieroCantar el De Profundis majadero,Porque es inútil ya.
Tenderé el vuelo y al celeste espacioMe lanzaré en su noble compañía.¡Voy contigo, alma mía, sí, alma mía!Y un peán te cantaré!.
¡Silencio las campanas! Sus ecos plañiderosAcaso le hagan mal.No turben con sus voces la beatitud de un almaQue vaga sobre el mundo con misteriosa calmaY en plena libertad.
Respeto para el alma que los terrenos lazosTriunfante desató;Que ahora luminosa flotando en el abismoVe a amigos y contrarios; que del infierno mismoAl cielo se lanzó.
Si el vaso se hace trizas, su eterna esencia libre¡Se va, se va!¡Callad, callad campanas de acentos plañideros,Que su alma inmaculada del cielo en los linderosTocando está!.

* EL CueRVo...

Cierta noche aciaga cuando, con la mente cansada,Meditaba sobre varios libracos de sabiduría ancestralY asentía, adormecido, de pronto se oyó un rasguido,Como si alguien muy suavemente llamara a mi portal."Es un visitante -me dije-, que está llamando al portal.Sólo eso y nada más."
¡Ah, recuerdo tan claramente aquel desolado Diciembre!Cada chispa resplandeciente dejaba un rastro espectral.Yo esperaba ansioso el alba, pues no había hallado calmaEn mis libros, ni consuelo a la pérdida abismalDe aquella a quien los ángeles Leonor podrán llamarY aquí ya nadie nombrará.
Cada crujido de las cortinas purpúreas y cetrinasMe embargaba de dañinas dudas y mi sobresalto era talQue, para calmar mi angustia repetí con voz mustia:"No es sino un visitante que ha llegado a mi portal;Un tardío visitante esperando en mi portal.Sólo eso y nada más".
Mas de pronto me animé y sin vacilación hablé:"Caballero -dije-, o señora, me tendréis que disculparPues estaba adormecido cuando oí vuestro rasguidoY tan suave había sido vuestro golpe en mi portalQue dudé de haberlo oído", ¡y abrí de golpe el portal!...Sólo sombras, nada más.
La noche miré de lleno, de temor y dudas pleno,Y soñé sueños que nadie osó soñar jamás;Pero en este silencio atroz, superior a toda voz,Sólo se oyó la palabra "Leonor", que yo me atreví a Susurrar...Sí, susurré la palabra "Leonor" y un eco volvióla a nombrar.Sólo eso y nada más.
Aunque mi alma ardía por dentro regresé a mis aposentosPero pronto aquel rasguido se escuchó más pertinaz."Esta vez quien sea que llama ha llamado a mi ventana;Veré pues de qué se trata, qué misterio habrá detrás.Si mi corazón se aplaca lo podré desentrañar.¡Es el viento y nada más!".
Mas cuando abrí la persiana se coló por la ventana,Agitando el plumaje, un cuervo muy solemne y ancestral.Sin cumplido o miramiento, sin detenerse un momento,Con aire envarado y grave fue a posarse en mi portal,En un pálido busto de Palas que hay encima del umbral.Fue, posóse y nada más.
Esta negra y torva ave tocó, con su aire grave,En sonriente extrañeza mi gris solemnidad."Ese penacho rapado -le dije-, no te impide serOsado, viejo cuervo desterrado de la negrura abisal;¿Cuál es tu tétrico nombre en el abismo infernal?"Dijo el cuervo: "Nunca más".
Que un ave zarrapastrosa tuviera esa voz virtuosaSorprendióme aunque el sentido fuera tan poco cabal,Pues acordaréis conmigo que pocos habrán tenidoOcasión de ver posado tal pájaro en su portal.Ni ave ni bestia alguna en la estatua del portalQue se llamara "Nunca más".
Mas el cuervo, altivo, adusto, no pronunció desde el busto,Como si en ello le fuera el alma, ni una sílaba más.No movió una sola pluma ni dijo palabra algunaHasta que al fin musité: "Vi a otros amigos volar;Por la mañana él también, cual mis anhelos, volará".Y dijo entonces :"Nunca más".
Esta certera respuesta dejó mi alma traspuesta;"Sin duda - dije-, repite lo que ha podido acopiarDel repertorio olvidado de algún amo desgraciadoQue en su caída redujo sus canciones a un refrán:"Nunca, nunca más".
Como el cuervo aún convertía en sonrisa mi porfíaPlanté una silla mullida frente al ave y el portal,Y hundido en el terciopelo me afané con receloEn descubrir qué quería la funesta ave ancestralAl repetir: "Nunca más".
Esto, sentado, pensaba, aunque sin decir palabraAl ave que ahora quemaba mi pecho con su mirar;Eso y más cosas pensaba, con la cabeza apoyadaSobre el cojín purpúreo que el candil hacía brillar.¡Sobre aquel cojín purpúreo que ella gustaba de usar,Y ya no usará nunca más!.
Luego el aire se hizo denso, como si ardiera un inciensoMecido por serafines de leve andar musical."¡Miserable! -me dije-. ¡Tu Diós estos ángeles dirigeHacia ti con el filtro que a Leonor te hará olvidar!¡Bebe, bebe el dulce filtro, y a Leonor olvidarás!".Dijo el cuervo: "Nunca más".
"¡Profeta! -grité-, ser malvado, profeta eres, diablo alado!¿Del Tentador enviado o acaso una tempestadTrajo tu torvo plumaje hasta este yermo paraje,A esta morada espectral? ¡Mas te imploro, dime ya,Dime, te imploro, si existe algun bálsamo en Galaad!"Dijo el cuervo: "Nunca más".
"¡Profeta! -grité-, ser malvado, profeta eres, diablo alado!Por el Diós que veneramos, por el manto celestial,Dile a este desventurado si en el Edén lejanoA Leonor , ahora entre ángeles, un día podré abrazar".Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".
"¡Diablo alado, no hables más!", dije, dando un paso atrás;¡Que la tromba te devuelva a la negrura abisal!¡Ni rastro de tu plumaje en recuerdo de tu ultrajeQuiero en mi portal! ¡Deja en paz mi soledad!¡Quita el pico de mi pecho y tu sombra del portal!"Dijo el cuervo: "Nunca más".
Y el impávido cuervo osado aún sigue, sigue posado,En el pálido busto de Palas que hay encima del portal,Y su mirada aguileña es la de un demonio que sueña,Cuya sombra el candil en el suelo proyecta fantasmal;Y mi alma, de esa sombra que allí flota fantasmal,No se alzará...¡nunca más!.
* LaS CaMPaNaS...
I
¡Escuchad el tintineo!La sonata del trineoCon cascabeles de plata!¡Qué alegría tan jocunda nos inunda al escucharLa errabunda melodía de su agudo tintinear!¡Es como una epifanía,En la ruda racha fría,La ligera melodía!¡Cómo fulgen los luceros!,¡Verdaderos reverberos !,Con idéntica armoníaA la clara melodíaCintilando, cintilando, cintilando,¡Cómo los cascabelesvan sonando!Y en un mismo son, son único,Que iguala un ritmo rúnico,Los luceros siguen fielesCascabeles, cascabeles, cascabelesEl son de los cascabeles,Cascabeles, cascabeles, cascabelesCascabeles,¡El son grato, que a rebato, surge en los cascabeles!.
II
Escuchar el almo coroSonoroQue hacen las campanas todas,¡Son las campanadas de oroDe las bodas!¡Oh, qué dicha tan profunda nos inunda al escucharLa errabunda melodía de su claro repicar!¡Cómo revuela al desaireEsta música en el aire!¡Cómo a su feliz murmulloSonoro,Con sus claras notas de oro,Se aúna la tórtola con su arrullo,Bajo la luz de la luna!¡Qué armoníaSe vacíaDe la alegre sinfoníaDe este día!¡Cómo brotaCada nota!,Fervorosamente, diceLa felicidad remotaQue predice.Y a la voz de una campana, siguen las de sus hermanasLas campanas,Las campanas, las campanas, las campanas, las campanas,Las campanas, las campanas, las campanas,En sonoro ritmo de oro, de almo coro, ¡las campanas!.
III
¡Oíd cual suena el bordón!:El bordónDe son broncoQue pone en el corazónEl espanto con su son,Con su son de bronce, ronco.¡que tristeza tan profunda nos apresa al escucharCómo reza, gemebunda, la fiereza del llamar!Cómo su son taciturno,En el silencio nocturnoEs grito desesperadoQue no es casi pronunciado¡De aterrado!Grito de espanto ante el fuegoY agudo alarido luego,Es un clamor que se extiende,Que el espacio ronco hiendeY que llama,Que defiendeY que clama, clama, clama,Que clama pidiendo auxilioEn tanto que ve el exilioDe aquellos que el fuego, ciego y arrollador, empobreceY el fuego que ataca y crece,Mientras se oye el ronco son,El somatén del bordón,Del bordón, bordón, bordón¡Del bordón!
¡Cómo el alma se desgarraCuando el son del bordón narraLa aflicción¡De aquellos que arruina el fuego!Y, cómo nos dice luegoLos progresos que hace el fuego,Que va a tientas como ciego.El somatén del bordón,¡Que es toda una narración!¡Oh, la tempestad de iraEn la que el bordón deliraY en que convulso, delira!El alma escucha anhelanteLa queja que da el bordónCon su son.El bordón que da su son,El bordón, bordón, bordón,¡El bordón!Que es toda una narración el somatén del bordónDel bordón, del bordón, del bordónDel bordón, del bordón, del bordón¡Del bordón!El grito ante el infinito, cual proscrito, ¡del bordón!.
IV
¡Escuchad cómo la esquila,Cómo el esquilón de hierro,Llama con voz que vacila,Al entierro!Qué meditación profunda nos inunda al escucharLa errabunda y gemebunda melodía del sonar¡Cómo llena de pavuraSu son en la noche obscura!¡Cómo un estremecimientoNos recorre el pensamientoQue provoca su lamento!.Cuando sueñaLa grave esquila de hierro, con su lúgubre toquido,Con su lúgubre toquido que la medianoche llena,¡Es que las almas en penaSe han reunido!¡Oh, la danzaAl son que toda la esquila,En una noche intranquila,Su tijera de luz lila,Tocando en visión del Juicio la noche sin esperanza!Entonces, ya no vacilaLa grave voz de la esquila,De la esquila, de la esquila, de la esquila,De la esquila, de la esquila,Sino que suena furiosa,Con su voz cavernosa,Y, en un mismo son, son único,Que iguala un ritmo rúnico,Algún ronco rayo truenaY se alumbra con relámpagos la noche sin esperanza,Mientras las almas en penaGiran, giran su danzaBajo la triste luz lila.Y en tanto se oye la grave, la grave voz de la esquila,De la esquila, de la esquila,De la esquila, de la esquila, de la esquila, de la esquila,Y en el mismo son, son único,Que iguala un ritmo rúnico,Mientras se oye, la triste, la triste vozDe la esquila,De la esquila,
Furibundo rayo truena,El relámpago cintilaY los espectros en penaDanzan al son de la esquila,De la esquila, de la esquila, de la esquila,De la esquila, de la esquila,Y en un mismo son, son único,Que iguala un ritmo rúnico,Danzan al son de la esquila,De la esquila, de la esquila,De la esquila, de la esquila, de la esquila,¡De la esquila!,Y mientras que el rayo truena,Que el relámpago cintilaY que con furor terrible, danzan las almas en pena,Se oye la voz de la esquila,De la esquila, de la esquila, de la esquila,De la esquila, de la esquila,La voz de cuento lamento ¡de la esquila!.

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